El Valencia no atraviesa el mejor momento de su historia. Ni deportiva ni institucionalmente. Su actual etapa genera más dudas que argumentos sólidos, más preguntas que respuestas, más incerteza que ilusión.
No es sencillo ser aficionado valencianista en la actualidad. No es fácil encarar la actualidad informativa del equipo semanalmente y ver que lo negativo inunda absolutamente todo. Una dinámica que nace en 2019 y que se mantiene de forma fija, pegajosa, como si fuera petróleo en una roca, como un trozo de chicle en el pelo, como una zona embarrada que amenaza con solidificar.
Intento encontrar razones lógicas, objetivas, para motivarme, aunque sea complicado, aunque parezca difícil, pero acaban saliendo, acaban surgiendo, acaban haciendo acto de presencia.
El lado positivo del lado negativo. Ser valencianista en la gloria, en el éxito, ante los títulos, es bonito, inolvidable, como me tocó de pequeño, hace mucho. Pero ahora, cuando el viento no sopla a favor, cuando las victorias se celebran como inesperadas, es el momento para ver el panorama con calma, tranquilamente, disfrutando los pequeños objetivos, viendo la vida pasar mientras la amenaza de un hipotético descenso no haga acto de presencia.
La plantilla de la próxima temporada no parece ser la mejor de la Historia. Seguramente no lo sea. Seguramente no será un equipo lleno de estrellas, con jugadores secundarios, con referentes que ya no estarán, con nuevos ídolos que nacerán de la necesidad, con un Gattuso que podrá aportar su personalidad y granito de arena. Dolerá muchas tardes. Dolerá muchas noches. Pero, insisto, mientras el miedo no se adueñe de la situación, habrá ciertos argumentos (nada de lujos) suficientes para seguir al lado del equipo.
Pese a todo, el valencianismo es una de las mejores aficiones del mundo. Y no exagero. Lo han demostrado centenares de veces. El actual estado de salud del club, el último ejemplo. Ser valencianista es tener un sentimiento de pertenencia especial. No mejor, ni peor. Especial. Ese estatus se mantiene pese a todo. Sabes que el equipo está mal, que no juega a nada, o a poco, que la plantilla está lejos de ser perfecta, pero sigues acudiendo a su llamada cuando el balón echa a rodar.
Mestalla es el templo. Mestalla es uno de estadios más carismáticos, acogedores y pertenece al Valencia. Es algo especial. Presencialmente. Por televisión. Cuando hay partido importante sabes que su ambiente va a ser determinante. Cuando el rival no es tan potencialmente amenazante, su luz es una excusa perfecta para quedarse observando.
Su camiseta 2022-23 es preciosa. Tiene un trasfondo vintage muy bonito, muy atractivo. Es una razón de menor peso, pero suficiente como para al menos interesarte por su compra.
Comments