El pasado verano, entre tantas y tantas informaciones y rumores de mercado, me quedé impactado, ilusionado, cuando el Brighton, casi de la nada, anunciaba la contratación de Matt O'Riley. Era el clásico jugador que quería ver en la Premier League.
Sigo desde hace años, desde la distancia, a toque de resumen, la Scottish Premiership. Un torneo menor mediáticamente hablando, que incluso en las islas británicas vive en la omnipotente sombra de la Premier League inglesa, pero que guarda detalles muy interesantes para las aficionadas y aficionados que no miran más allá del foco.
Matt O'Riley había crecido en las filas del Celtic de Glasgow y se había convertido, con permiso de Furuhashi, en uno de los referentes más notables del ataque católico. En cada gol, el mismo pensamiento: "¿Le veremos algún día en la Premier?". Su pretemporada pasada fue extraordinaria. Veía resúmenes de amistosos veraniego de los escoceses para ver cuántos goles había marcado. Y sí. Los seguía haciendo.
Cuando el Brighton anunció su fichaje, algo dentro de mí despertó. Un jugador que me encantaba llegando a una medianía alta del fútbol inglés. El escenario perfecto para él. Un refuerzo excelente para los sureños. Pero se lesionó prácticamente al poco de debutar. El bajón fue importante. Mi vida siguió, claro, pero algo dentro de mí sintió decepción porque no íbamos a poder seguirle de cerca a corto plazo.
Pero llegó este pasado fin de semana y su vuelta a los terrenos de juego desde el pasado mes de agosto. Su vuelta, las ganas de verle en acción nuevamente y la visita del Manchester City al Falmer Stadium de Brighton. Partidazo de por sí, y Matt O'Riley volvió a defender el blanco y azul. Qué podía salir mal.
Pasaron muchas cosas y O'Riley fue el héroe. El atacante danés marcó el 2-1 e hizo estallar de locura y júbilo la grada local del coliseo de Brighton. Ganó el conjunto de Fabian Hürzeler (una vez más, qué temporada, por favor) y selló la vuelta soñada para O'Riley. Nos alegramos por él, por su recuperación física y porque sus fans seguimos soñando con grandes cosas en la élite del fútbol inglés.
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