Son humanos. No son invencibles. Es una realidad. El Liverpool no ganará la Premier League sin perder. Su derrota sorprendente (como merecida) en Vicarage Road ante el Watford por 3-0 ha sido una de las grandes noticias del fin de semana. Un resultado inesperado, pero realista. Los Hornets fueron mejores, fueron superiores, pusieron el fútbol ante un Liverpool desconectado y, así, rompieron el reto histórico al que aspiraban los Reds.
Pero, ahora, que no cunda el pánico. Por favor. El Liverpool es el virtual campeón. De hecho, podría serlo ya este mes de marzo si se dan una serie de resultados. Sólo una caída imperial, casi histórica, casi catastrófica, evitaría que los de Jurgen Klopp se alzaran con el título liguero tras una larga espera de 30 años.
Lo ocurrido en Vicarage Road puede ser decepcionante para la zona roja de Liverpool y para todos aquellos aficionados que, más cerca o más lejos, quisieran que el título fuera redondo, perfecto, sin perder un sólo partido. Pero hay mucho más allá del detalle. La vida sigue y, por fin para sus intereses, el título sigue latiendo con fuerza. Un ejemplo perfecto es aspirar a sacar un 10 en un examen y fallar una de las preguntas. El examen se aprobará con una nota muy alta. No será la excelencia ni el sobresaliente, pero el examen saldrá adelante. El objetivo se va a conseguir, el sueño Red va a cumplirse, pero no será con ese aura mágico que ya muchos empezábamos a pensar.
“Ya caerán”, decían. Pero pasaban las semanas, pasaban las jornadas, y no, no caían, no perdían. Ni siquiera cuando empezaban perdiendo. Siempre salían adelante. Es cierto que el nivel del Liverpool ha bajado últimamente. Resultados más ajustados, con menos ventajas, lejos de la rotundidad de sus primeros meses. Pero la calidad de su exquisita plantilla siempre había acabado apareciendo, siempre acababan remontando (sólo habían cosechado un empate) para dejar claro que sabían ganar de forma rotunda y sufriendo.
Una de las noticias del fin de semana por las formas, por la sorpresa de ser ante un rival que pelea por no caer y no ante un equipo, por ejemplo, del competitivo Big Six. Pero nada más, que no cunda el pánico. Sólo ha sido un cigarro que ha caído accidentalmente al suelo, pero lo han recogido. No ha ardido la casa. Ni muchísimo menos. La casa sigue en pie, sigue igual de bonita, sigue igual de bien decorada y construida, sigue con sus utensilios de primera calidad. Quizás sólo ha quedado una pequeña marca de la quemadura sobre la alfombra. La fiesta de celebración sigue en pie para dentro de unas semanas.
Lo que quizás sí deba tener en cuenta Jurgen Klopp es el bajón físico (lógico, por otra parte) de las últimas semanas. El Liverpool ya no arrolla, no golea como hace unos meses, ya no gana con rotundidad casi autoritaria, y en partidos ligueros puede tener soluciones, pero por ejemplo sí debe ser algo a tener muy en cuenta para mejorar enfocándolo todo a la eliminatoria de Champions League contra el Atlético de Madrid. Primero, por el nivel del conjunto de Simeone y, segundo, porque tienen que hacer frente a un 1-0 en contra. Ahí sí que no van a valer los errores ni las dudas. Ahí los errores sí pueden pagarse muy caros, y ahora mismo el campeón de Europa estaría eliminado.
El Liverpool perdió las opciones de ganar la liga de forma imbatida un 29 de febrero. Un día que sólo existe cada 4 años por los años bisiestos. Algunos curiosos afirman que esa derrota no hubiera ocurrido ni el año pasado ni el próximo. Lo que nadie puede evitar ya es el resultado.
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