El fútbol español ha estado presente en mi vida desde pequeño. Fue el primer fútbol al que me aficioné. Soy del Valencia y, desde entonces, ha estado presente en muchos (quizás demasiado) recuerdos. Por ello, casi desde el principio LaLiga ha estado presente en mi vida. Luego me aficioné al fútbol internacional, especialmente a la Premier League. Recuerdo aquellos años con cariño.
Eso era antes, cuando consumía el fútbol español de forma automática. Ahora, todo ha cambiado. Empezó a cambiar en 2012 ó 2013 (nunca lo recuerdo concretamente), pero en los últimos dos-tres años el clima que se respira y que sobrevuela en el torneo nacional ha hecho que mis prioridades se hayan acentuado.
Sigo el torneo, no dejo en el olvido al campeonato, pero cada vez me interesa menos. Y la principal razón es por culpa de lo que ocurre mediáticamente. Hay equipos súper interesantes, hay historias sociales y populares dignas de ser seguidas, están localizados futbolistas de primer nivel... pero todo huele raro. Huele a cerrado. Huele a cerrado porque el fútbol español es uno de tantos escaparates en los que se ve reflejado España como país.
Ciertas reacciones, ciertas corrientes informativas manipuladas y maquilladas, ciertos insultos, ciertos análisis. Son el claro reflejo de un país que tiene muchas cosas buenas, pero también malas. Demasiado malas, o corregibles, que siguen existiendo y latiendo porque nadie quiere silenciarlas o directamente acabar con ellas. Algunos se excusan en el término cultura para que todo siga igual.
Este post nace de una doble relación. La deportiva, con LaLiga, y la histórica, respecto al país. LaLiga tiene unas carencias que van más allá de los estadios, que son puramente culturales, sociales e históricas. Carencias que nadie quiere reponer, que nadie quiere curar, que nadie quiere, directamente, que cambien. Es la realidad.
Mi relación con este país ha ido cambiando, ha ido variando, y cuando mi interés se ha ido centrando en otros países, y no tanto con este, lo cierto es que las diferencias han acentuado esas citadas carencias. La comparativa lo acentúa, seguramente, pero afecta también a mi atención hacia el fútbol español.
Esta temporada puede haber sido un punto de inflexión. Si LaLiga ya no era mi prioridad, creo que todo puede marcarse todavía más. Esta temporada han pasado cosas graves, algunas muy graves. Esta temporada han quedado plasmadas sin complejos ciertas manipulaciones e intereses. Esta temporada ha vuelto a quedar demostrado que las altas esferas son demasiado incompetentes para la que es considerada como una de las mejores ligas del mundo. Esta temporada ha vuelto a quedar claro que el arbitraje español está lejos de ser perfecto.
El fútbol español estuvo muy presente en mis inicios, el Valencia es el equipo más especial al que sigo, pero mi idea de campeonato poco a poco empieza a centrarse en ciertos equipos, en ciertos partidos. Más eso que sobre el torneo en sí. Hay ciertos equipos que ni siquiera veo, porque todo es rancio, manipulado, explosivamente mediático y parece que todo gira en torno a ellos. Y no. No me apetece.
Seguiré viendo LaLiga porque el Valencia (con permiso de las malas artes de Peter Lim) seguirá estando ahí latiendo para que mi interés siga existiendo, pero cada vez me gusta menos. La basura informativa que gira sobre el torneo me genera de todo menos interés y los mensajes que se lanzan desde las altas esferas del campeonato, pereza, directamente.
No digo que LaLiga no sea interesante o una liga menor. Que nadie me malinterprete. Encuentro (sigo en ello) historias, equipos y razones que me ilusionan, que me apetece seguir, pero me siento obligado a encontrarlas, a buscar más allá de lo que flota en la superficie. LaLiga se ha convertido en un torneo de equipos y ha perdido su carácter global y colectivo.
Es mi opinión.
