Vinicius Jr. es, seguramente, uno de los futbolistas más mediáticos, reconocidos, determinantes y extraordinarios que existen actualmente en el mundo del fútbol. Se ha asentado en la primera plantilla del Real Madrid con un rendimiento muy positivo, con toda la presión popular e informativa que ello supone.
El joven atacante brasileño se ha confirmado como uno de los jóvenes valores más resolutivos del fútbol español, europeo y planetario. Se ha confirmado como el complemento perfecto de Benzema y, junto a él, han conseguido hacer olvidar a toda una leyenda del fútbol como lo fue Cristiano Ronaldo.
Su éxito deportivo es incontestable. Tanto a nivel individual como colectivo, tanto a nivel goleador y deportivo como de éxitos grupales y títulos. Sin embargo, su actitud se ha convertido en un problema. Se ha convertido en un problema real, candente, que late, pese a que los medios de comunicación, lejos de criticar sus formas, intentan seguir poniendo por encima de todo su rendimiento.
Se resumiría así: como es un buen futbolista, el resto no importa. Al menos por ahora. Seguro que, cuando su rendimiento baje o no sea tan determinante como el actual, el ruido mediático sobre sus formas, seguro, insisto, hará acto de presencia para criticar todo lo que ya está haciendo y no parece ser relevante por el momento.
Vinícius se equivoca en sus formas, se equivoca en sus provocaciones y se equivoca si piensa que, como es buen futbolista, tiene libertad absoluta. Es cierto que, además, a nivel oficial no sufre la presión ni las advertencias que debería o que, en cambio, sí reciben otros. Por ello, siente cierta seguridad y protección que provoca que el monstruo social en el que se ha convertido siga creciendo. Tal cual.
El atacante brasileño ha aprendido de Cristiano Ronaldo sus formas. Sus cuestionables formas. Sus tan criticadas formas. La relación grada visitante-Vinicius provoca situaciones violentas, tensas, casi cada semana en la que el Real Madrid disputa sus encuentros fuera del Santiago Bernabéu.
Sus provocaciones constantes, sus gestos, sus miradas retadoras, sus continuos piques con jugadores rivales, sus continuas protestas... No todo vale. Es cierto que es un jugador excepcional. Es cierto que se ha convertido en un futbolista de primer nivel mudndial. Pero también es cierto que se ha convertido en un mal ejemplo, en un personaje público que es de todo menos ejemplar.
¿Nadie con dos dedos de frente en el Real Madrid es capaz de decirle que se está equivocando? Me temo que no. Me temo que no porque la personalidad que, supuestamente, ha conseguido crear a través del fútbol le hace sentir algo así como intocable.
El mundo del fútbol tiene este tipo de ejemplos y casos. Jugadores detestables, con problemas de personalidad que, como son buenos, como son estrellas mundiales, quedan aparcados en el selecto grupo de celebridades a las que se les perdona todo o, peor, no se les juzga.
Vinícius no es ejemplar. Quizás no debería serlo, porque su trabajo es jugar a fútbol, no educar. Pero tampoco sirve. Él tiene un escaparate y un foco demasiado grande como para que siga ofreciendo esa versión canalla, provocadora y polémica.
Eres muy bueno, todos lo sabemos, pero también eres un maleducado y un mal ejemplo. No te lo dirán, porque eres intocable, claro, pero lo eres. Ya no tienes excusa.
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