El fútbol europeo está en ‘stand by’, pausado, aplazado, habiendo establecido un escenario que mezcla algo así como impotencia y nostalgia al mismo tiempo. Parece que han pasado meses sin fútbol, pero realmente no ha sido así. Y para llegar a este contexto, dudas, decisiones, y una ‘calendarización’ de cancelaciones que nos sumergía en una rutina de últimas horas, comunicados, e incluso contradicciones.
Ha sido todo muy raro. He intentado mantenerme alejado por dos razones. Primero, porque no soy ningún experto en la materia y para aportar simplemente opinión prefería estar callado. Segundo, porque leía muchos comentarios/opiniones que me hacían hervir la sangre porque (al contrario que yo) todo el mundo parecía experto en la materia. Los mismos que son expertos en los Oscar, en la Superbowl o en las finales de la NBA. Esos, los mismos, pero ahora en el coronavirus.
He estado en silencio a nivel personal, pero sí he intentado hacerme eco de todo porque considero que tengo una comunidad elevada y era mi deber al menos hacer llegar esos comunicados y noticias confirmadas oficialmente. Me guste o no, les guste o no, tengo un enorme escaparate y debo tener ese sentimiento de comunicación que me ha brindado la oportunidad de llegar hasta donde he llegado.
Sí es cierto que he visto muchas contradicciones. Sí es cierto que he visto muchas situaciones y cosas con las que no estaba de acuerdo. Pero ¿quién era yo para gritar a los cuatro vientos que era un error? ¿Quién era yo para criticar/opinar las decisiones? Evidentemente, insisto, se han cometido muchos errores. Pero, hago una pregunta, ¿cuántos de vosotros, cuántas de vosotras, habíais vivido una situación como la actual? Nadie. Y evidentemente, los máximos organismos, sus trabajadores, los que trabajan en la sombra, los que luego salen y dan la cara, tampoco. Ellos, ellas, tampoco.
¿Cómo no van a equivocarse o tomar decisiones erróneas? Claro que sí. Pero lo fácil es ahora señalar y decir “qué mal lo hicieron”. Y hablo en términos deportivos, futbolísticos, institucionales. Nada de política. Eso se lo dejo a los expertos. Claro que he visto gestos más de cara a la galería que efectivos. Claro que he visto decisiones que me patinaban mucho y a las horas se cambiaban de forma drástica. Pero, reitero, ¿cómo no iban a equivocarse si es la primera vez en la que el planeta actual hace frente a una situación así?
El fútbol genera polémica siempre. “Eso es roja…”, “Eso era fuera de juego…”, “El VAR es una farsa…”. Esa era la realidad. Una realidad ficticia creada con problemas del primer mundo que no nos privaban de ir al día siguiente a trabajar, a seguir con nuestras vidas. Pero ahora, ahora se trata de una palabra, coronavirus, que nunca olvidaremos porque estamos viviendo un escenario nuevo para la gran mayoría de todos nosotros.
Claro que se han equivocado. ¿De qué sirve no darse la mano en un saludo previo de partidos si luego se abrazan o se agarran jugando los partidos? Postureo, o simple ignorancia. Una ignorancia ante una escenografía que venía de camino y que no se veía en el horizonte.
Pura lógica lo de parar el fútbol. Se trata de fútbol. Ahora es cuando debemos darnos cuenta. Amamos, adoramos este deporte. Nos cambia el ánimo. Nos hace felices. Nos hace estar desanimados. Pero ahora es cuando debemos bajar al suelo y echar a un lado ese mensaje que nunca defenderíamos: “sólo es fútbol”.
Duele pensarlo, duele pensar que todo está parado, pero es lo más lógico. La situación es grave y los futbolistas, sus profesionales, son personas como tú y como yo.
Todo volverá a la normalidad. Hay revistas, libros, series documentales, videojuegos. Todo relacionado con fútbol. Incluso páginas web donde encontrar encuentros enteros, resúmenes, reportajes. Hay soluciones. Que no cunda el pánico.
Aprovechemos este contexto para pensar diferente, para unirnos, para crear una corriente común. El hueco vacío que tenemos ahora por la falta de fútbol debe pasar a un segundo plano. Es algo que recordaremos toda nuestra vida.
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