El Chelsea se enfrenta a una temporada atípica. Un curso deportivo poco habitual en la era moderna del club londinense. Ni Champions League, ni Europa League, ni la reciente Conference League. El conjunto blue no disputará ningún torneo europeo.
Un escenario poco habitual ante el que se crea una exigencia superior. No por los grandes retos, sino precisamente por la falta de ellos. Sin torneo continental presente, lo cierto es que la presión por volver al fútbol en el Viejo Continente se presenta como el gran objetivo de la temporada.
La exigencia llegará en territorio insular, en las islas británicas. El Chelsea no es campeón de Premier League desde el año 2017, no ha levantado la FA Cup desde 2018 y la Carabao Cup no es blue desde 2015. Los últimos grandes éxitos del club llegaron en Europa, con la Champions League conseguida en 2021 y, meses después, con la UEFA Supercup del mismo año.
Demasiado tiempo sin tocar metal en Inglaterra para un club que, en las últimas dos décadas, ha brillado, se ha convertido en un proyecto competitivo, exitoso y a la altura de los grandes proyectos del panorama inglés, británico, europeo y mundial.
Por ello, este año se espera un salto adelante del Chelsea. Más todavía teniendo en cuenta la estratosférica inversión de Todd Boehly desde su llegada a la propiedad. Pese a no estar en Europa, existen motivos que obligan a conseguir buenos resultados, como también hay razones por las que pensar que, en mayor o menor medida, pueden conseguirlo a final de temporada.
La exigencia es alta: -Demasiado tiempo sin ganar un título en Inglaterra. -En el último año y medio, ha invertido más de 1.000 millones de euros. -No jugar en Europa restaría carga física de trabajo.
Sin embargo, existen razones evidentes para confiar en que los de Stamford Bridge puedan vivir meses exitosos y, a la postre, una temporada positiva:
-La llegada de Mauricio Pochettino es una pieza clave para reconducir la dinámica de un proyecto que se desorientó la pasada temporada. -Han llegado fichajes muy interesantes como Nkunku (lesionado, por ahora), Cole Palmer, Nico Jackson o Moisés Caicedo, que dan un salto de calidad a lo ya presente. -El potencial económico, seguramente, vuelva a aparecer en el próximo mercado de enero en caso de ser necesario. -No jugarán en Europa, y precisamente por ello podrán centrarse al cien por cien en los torneos domésticos durante toda la temporada.
Existe una exigencia notable, pero también razones de peso por las que confiar (al menos ahora, cuando el curso apenas ha iniciado) en que el Chelsea puede empezar a recuperar cierto terreno perdido en el fútbol inglés durante los últimos cursos.
¿A QUÉ ASPIRA EL CHELSEA? -Deben volver a jugar competición europea la próxima temporada 2024-25. -Deben recuperar las sensaciones perdidas. -Deben consolidar un proyecto que tiene muchísimas caras nuevas (con una enorme inversión) y que no transmite precisamente tranquilidad. -Deben luchar por volver a ser el primer equipo de Londres. Deben batallar deportivamente por recuperar el Pride of London.
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