Ya he reflexionado más de una vez sobre el ritmo de vida actual. Todo es rápido, fugaz, sin pausa, donde se piensa poco, donde se reflexiona menos. Creo que es algo que debemos valorar a la hora de iniciar un proyecto, ya que nuestro público (sea o no nuestro objetivo) seguramente busque entre sus prioridades contenidos que se consuman rápido, que precisen de poco esfuerzo y que estén más destinado a desconectar.
Nuestra salud mental se expone a un preocupante límite en muchas ocasiones y, cuando uno abre su smartphone, tablet u ordenador para descansar seguramente busque contenidos que les entretenga sin tener que hacer demasiado. Triste, decepcionante, pero es una realidad que debemos tener en cuenta. Nace aquí la doble visión del creador. Sabemos el punto del que parte el consumidor, pero ¿qué debe hacer el creador? ¿Deben los creadores producir contenidos que gusten a la gente o que cumplan sus necesidades creativas?
Yo, como creador de contenidos en Internet, ¿debo crear contenidos que me produzcan satisfacción a mí o que gusten a la gente? Seguramente hacer una supondrá anular a la otra. Es posible que ambas se unan, vayan de la mano, pero en un alto porcentaje de las veces hacer cosas que satisfagan al creador hará que no sea así para los consumidores. Al menos en un tiempo prolongado.
Como novedad está bien. Ves que haces contenidos que gustan y eso motiva, te anima a seguir, pero con el paso de los días te das cuenta que a lo mejor necesitas hacer cambios, y entonces te entran dudas. Si esas dudas persisten, si sigues trabajando con esas dudas, acaban convirtiéndose en una duda existencial. No exagero. Sabes que si haces un contenido de una forma determinada, con una fórmula concreta, tus contenidos serán consumidos mucho más. Pero pronto te darás cuenta y sabrás que eso no es lo que quieres.
Entonces, ¿por qué escribo en un blog en la era de la velocidad donde priman contenidos como vídeos en YouTube, directos en plataformas de streaming, series/películas a la carta? ¿Por qué escribo en un blog donde lo más importante es tener minutos para leer, aislarte y concentrarte sin poder hacer otra cosa? Uno ve una serie o una película y puede participar en este fenómeno social instalado de la 'doble pantalla'. ¿Quién no ha estado viendo algo en YouTube, por ejemplo, teniendo el móvil en la mano? Pues sí. En esta era de la fugacidad dedico tiempo a publicar posts en un blog.
Por simple placer. Por el placer de escribir, de contar historias, de narrar hechos, de confesar situaciones, de reflexionar. Me gusta producir vídeos, crear contenidos visuales para mis redes sociales, pero también me gusta mucho escribir. Sé que estas líneas las lee poca gente, mucho menos que en mis perfiles de redes sociales. Sé que si estas palabras fueran trasladadas a una foto, por ejemplo, y compartidas en Twitter serían leídas y consumidas 1000 veces más. De media, un tweet en mi cuenta es leído por 10.000 personas. Este post no llegará ni a 20. Pero, ¿y qué? Me gusta.
Pertenecí a una generación maravillosa de la blogosfera. A finales de la primera década de los 2000, allá por 2008-2009. Un poco antes, quizás. Una época donde los blogs eran abundantes, donde se actualizaba a diario, donde la gente comentaba (¡muchos de ellos sin insultar!). Guardo un buen recuerdo de aquello y creo que es por lo que sigo escribiendo hoy en día.
Trabajo y colaboro con medios. Escribo en otras webs, genero contenidos escritos en diferentes formatos. Pero aquí es pura escritura, y por ello me gusta sentarme frente al ordenador (menos de lo que me gustaría) y narrar historias sin temática fija.
