El Burnley ascendió a la Premier League con méritos absolutos, tras haber firmado una extraordinaria temporada, con la figura de un Vincent Kompany que crecía como la espuma y siendo, seguramente, uno de los mejores equipos del pasado curso en las islas británicas.
Los Clarets consiguieron el ascenso tras sufrir sólo tres derrotas en 46 partidos disputados. Sólo perdieron el 7% de los encuentros y pronto empezaron a dejar claro que su rendimiento les convertía en potencial candidato a subir de categoría. Aquellos primeros pasos (tardaron algo más de tres meses en perder el primer partido) se acabaron confirmando con su título de Championship, tras conseguir 101 de los 138 puntos en juego.
Tras aquel exitoso rendimiento, Vincent Kompany pronto empezó a sonar para banquillos de grandes equipos, como el Tottenham o el Manchester City (como futuro sustituto de Pep Guardiola) y el reto de dirigir en la élite británica le permitiría exponerse ante posibles futuros clubes interesados.
Sin embargo, llegó la pretemporada, debieron iniciar el proyecto 2023-24, hacer borrón y cuenta nueva para que el cambio de categoría no acabara haciéndoles pensar cosas que no eran, y en agosto exponerse a su vuelta a la élite. Un verano entremezclado entre el no dejarse llevar y la exigencia por los meses que se venían encima.
Y comenzó la temporada. Una temporada que, tras las primeras 12 jornadas disputadas, ya puede convertirse en un doloroso golpe de realidad. Una rotunda bienvenida. Un duro recibimiento. Un contraste absoluto.
El Burnley es colista de la Premier League 2023-24:
Sólo cuatro de los 36 puntos disputados.
Sólo una victoria en 12 partidos.
Firman el peor registro de goles a favor (nueve, hasta la fecha).
Firman el segundo peor registro de goles en contra (30, sólo superado por el Sheffield United, con 31).
Por ahora, existe la lógica. La lógica respecto al proyecto. La lógica respecto a lo vivido hace unos meses. La lógica que tiene en cuenta lo ocurrido para que Vincent Kompany no corra peligro, por ahora. Sin embargo, la dura realidad podría producir cambios si la situación no cambia. El técnico belga es, seguramente, junto a Andoni Iraola en el Bournemouth, uno de los técnicos más señalados y con más opciones de ser destituido.
La temporada está firmando su tercer parón por compromisos internacionales esta temporada (septiembre, octubre y, ahora, noviembre) y Kompany, por ahora, parece haber sobrevivido a todos esos ambientes de calma tensa que laten y existen cuando ciertos clubes pasan por malos momentos de forma. La solución directa, casi fácil, es desprenderse de los entrenadores. Pero, por ahora, en Turf Moor no parecen querer señalar demasiado al técnico que brilló y les permitió certificar un ascenso de categoría meteórico.
Un Burnley de 360º... para mal. Tras brillar, pasan momentos delicados. De ser sólidos líderes, campeones y ascendidos a ser actualmente el colista y equipo con más problemas en la Premier League. Todo ello, ambas etapas, lideradas por el mismo Vincent Kompany. El técnico belga está siendo igual de fiel en la fiesta y en la preocupación, en el escenario cómodo y brillante, y en la recámara en la que se dicen las cosas más directas y duras.
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