Todo lo que aprendí de David Lynch
- Esteban Gómez
- 16 ene
- 2 Min. de lectura
Era una tarde normal, sin más, y de repente, la noticia: ha fallecido David Lynch.
Descubrí de lleno a Lynch en 2018, cuando conocí a la que fue mi pareja durante casi seis años. Conocía su figura, su obra, pero nunca me había interesado tanto como para sentarme y ver de qué era capaz.
Luego, tras ver la serie de Twin Peaks, la película, The Elephant Man, Terciopelo Azul, cortometrajes, documentales, entrevistas y sus vídeos de metereología en YouTube, quedé atrapado. Y quedé atrapado sin saber por qué, sin saber qué había pasado, porque no había entendido muchas de las cosas que había visto en ese tiempo.
Tras enterarme de su muerte, tras acudir a una búsqueda para cerciorarme de su edad, entonces, primero, me di cuenta de que la sorpresa fue tal por la naturaleza de un enorme porcentaje de fallecimientos. Salvo enfermedades largas y duraderas, una muerte siempre sorprende, siempre te pilla en fuera de juego. Incluso las que esperas. Dicen, la muerte está tan segura de su apuesta que te da toda una vida de ventaja. Y aún así, gana.

En las horas posteriores, leí varios artículos de prensa de profesionales y comentarios en redes sociales que, entre muchas otras cosas, coincidían en un punto. Algo así como que la obra de David Lynch no se entiende al cien por cien, y por ello será recordado. Ese mensaje común, leído varias veces, tranquilizaba mi inseguridad respecto a su obra. Por ello, creo, me interesé tanto en su obra, porque no llegaba a comprender todo lo que él me ofrecía en sus producciones. Pero, tras su fallecimiento, me he dado cuenta de que, como yo, había mucha gente.
De David Lynch aprendí que debes ser como quieres ser, sin cohibirte por el qué dirán, sin temor a ser señalado de nosequé cosa y sin pensar demasiado en las consecuencias.
De David Lynch aprendí que ser diferente es lo mejor que te puede pasar en la vida.
David Lynch me abrió un mundo de posibilidades mentales que me acompañará siempre.
De David Lynch aprendí que la edad no es un impedimento, sino todo lo contrario.
David Lynch me permitió conocerme mucho mejor.
De David Lynch aprendí que la imaginación te puede llevar a lugares fantásticos, incluso fantasiosos.
David Lynch me enseñó que una obra de arte no caduca nunca.
De David Lynch aprendí que es importante tener un lugar de trabajo que se convierta en refugio.
Descansa en paz, David.
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