Iker Jiménez ha patinado. Soy fiel seguidor de su trabajo desde que tengo uso de razón, pero este patinazo se veía venir desde hace varios años. Todos sabíamos que el omnipresente ego que tiene se iba a volver en su contra. De verdad. Iba a ocurrir, y nadie le quiso avisar.
Su programa dio un ejemplo absoluto de información días antes de que la pandemia mundial explotara y, desde entonces, ha querido imponer su voz como referencia de la información sin tapujos, sin censuras y convirtiéndose en algo así como un adalid del periodismo. Ha hecho cosas fantásticas, pero ha metido la pata, e insisto, se veía venir.
Llevaba años echando en cara a los que le señalaron por adelantarse a lo que iba a ocurrir con la COVID-19. Llevaba años 'viviendo' de esos programas, de aquellas madrugadas en su canal de YouTube. Su cadena, Cuatro, le brindó otro programa que, poco a poco, empezó a acoger voces cuestionables. Y nadie le dijo nada. Nadie le dijo que Rubén Gisbert es un tipo que, temas políticos a un lado, es cuestionable. Sólo había que escucharle, el tono, el drama fake que usaba, el afán de protagonismo. Luego llegó el vídeo ensuciándose y, pese a sus explicaciones (que puedo llegar a entender), todo lo conocido después.
Nadie le dijo que, por lo mismo, Roma Gallardo es cuestionable. Se acercó a Jordi Wild cuando aterrizó en YouTube y es un tipo cuestionable. Nadie le dijo nada. Tampoco nadie le dijo nada sobre el foco mediático que le daba a Pedro Baños en términos políticos. Que Baños hable de conspiraciones o luces en el cielo en Cuarto Milenio, bueno, allá cada cual para creérselo o no, pero en un escenario como Horizonte, es peligroso. Sólo hay que ver sus vídeos en YouTube. Y podría ennumerar muchos más casos de colaboradores y colaboradoras que han pasado por ese programa.
Quiero pensar que pecó de ignorante, pese a que siempre acude a esa falsa modestia que pregona a los cuatro vientos. Ahora no me creo que haya sido ignorante, o ya no le doy el beneficio de la duda. Se ha basado siempre en la libertad de expresión y en la lucha contra la censura, y ahí, en ese terreno, ha dado voz a ciertas voces que, sinceramente, no son precisamente éticas. Es mi opinión, claro. Dudo que no se diera cuenta. Lo que no entiendo es qué buscaba con ello. O sí, darle visibilidad a través de otros a un discurso que ocultaba.
Insisto, aquí, a mitad de este texto, que soy seguidor de su trabajo desde hace años y ha sido referente comunicativo. Por ello, creo, puedo comentar con argumentos de sobra todo lo que ha pasado en los últimos días.
Estar varios años recriminando a compañeros de profesión, llevar años autoerigiéndose como un referente de la veracidad y la lucha contra la censura, y llevar años juntándose a gente que (por raro que pueda parecer, porque quiero pensar que ha sido ignorante) no son precisamente trigo limpio, podía acabar así. Y así ha sido.
Confieso que, sobre su información del CC Bonaire, yo también tenía mis peores pronósticos. No creo que pecara en eso. Yo, que he visitado ese centro comercial decenas de veces, también pensaba que de ahí no podía salir nada bueno. No quiero restarle importancia a su mensaje, pero ese temor llegó a latir dentro de mí. Lo que jamás iba a hacer era colocarlo delante de mi comunidad. Mucho menos la suya, cuando tiene inmensas cantidades más grandes que yo. Cuando yo leí su tweet pensé "Ay. Ojalá que no", porque en el fondo tenía la misma preocupación. Pero era una preocupación basada en experiencias personales pasadas, en conocer el terreno donde ocurrió todo. Pero nada más. Era la posibilidad de que ocurriera lo que me hacía sentir ese miedo.
Iker Jiménez ha metido la pata hasta el fondo y ha echado por tierra todo el terreno ganado. Porque consiguió ser un referente en ciertos aspectos desde la pandemia. Que esto nadie se lo niegue, porque fue así. Soy una persona terriblemente racional y sé lo que es ético, repugnante o directamente mentira. Esa forma de ver las cosas me ha generado más de una discusión con jefes, os lo aseguro. Veo de todo para saber qué apoyo y qué descarto, para saber por qué la basura es basura. Y pese a eso, seguro que he visto cosas que son mentira estos días. Por eso el peligro de su tweet.
Él ha metido la pata con esa publicación haciéndolo público. Es su error. Yo también tuve ese pensamiento trágico, seguramente fruto del colapso mental de varios días de corriente informativa sin precedentes. Yo también, pero jamás hubiera puesto nada al respecto. Cuando empezaron a decir que la gente aparca arriba, fuera del garaje, mi cabeza se recolocó. "Claro, joder". Sólo recuerdo ir con mis padres y aparcar abajo en Navidad, en fechas concretas de gente masiva en el centro comercial, porque el aparcamiento al aire libre es inmenso, enorme. Entonces, fue cuando me di cuenta de que ese miedo perdía fundamento. No lo descartaba, pero en mi cabeza las probabilidades de que las cifras fueran altas bajaron. Seguía sin saber nada, como antes, pero me cambió mucho el enfoque.
No quiero defenderle. Ha metido la pata. Pero sí quiero dejar claro que todo lo ocurrido en la provincia de València le va a seguir de por vida. Ha querido estar muy presente, demasiado, ha perdido el control y se ha pasado de frenada. Iba embalado, a toda pastilla, creyéndose que era el único que iba a estar sobre el terreno. Le ha pasado varias veces. Se autoerige héroe, el que da la voz a los que silencian o censuran. Y no. Ha patinado enormemente e insisto con varias cosas:
Le va a perseguir durante mucho tiempo.
Sus programas, ahora mismo, se someten a una posible caída de audiencias que, en consecuencia, puede traducirse en cambios de programación. Yo seguiré viendo Cuarto Milenio (aunque confieso que cada vez lo veo más por rutina que por interés real). Nunca he sido fiel de Horizonte porque, como decía líneas arriba, veía cosas muy raras que no me gustaban en absoluto.
Ha echado por tierra todo y le va a costar salir mediáticamente de esta, me temo.
Lo también me está pareciendo mal es el timming reciente. Salió pronto a silenciar el fuego de Rubén Gisbert, porque le perjudicaba a él, a su imagen y su programa, con un vídeo desde el coche, en carretera. Pero, sobre las informaciones del CC Bonaire, ha decidido no tener tanta urgencia, como si lo importante fueran otras cosas, dándole protagonismo a su ayuda radiografiada y televisada a las personas necesitadas. Un día después de las primeras informaciones que desactivaban la alarma de posibles fallecimientos en el garaje, entonces, ha salido para decir que "Me alegro mucho de corazón de que las fuentes que me informaban de que había cuerpos en Bonaire se hayan equivocado." Y ya. OK.
Me da la sensación de que quiere tirar para adelante, sin mirar atrás, esperando algo así como que el ruido mediático de sus palabras erróneas se silencie. Así no. Así no porque has estado años erigiéndote de todo lo contrario, de ser un profesional excepcional, imparable, ejemplar. ¿Y ahora actúas así? Es lo decepcionante. Además, lleva 24 horas publicando múltiples vídeos que estaban en un directo de YouTube. ¿Qué necesidad hay de publicar tantos contenidos cuando días anteriores la cantidad era menor? Me da la sensación, porque me ha pasado alguna vez durante mis quince años twitteando, que está publicando contenidos para que el citado tweet quede perdido. Para que esos contenidos desvíen la atención.
Para ir acabando, supongo que hará alguna reflexión de las suyas, dando la cara, días después, con la calma, dando explicaciones que, me temo, de poco o nada servirán. Y lo dice un fiel seguidor de su trabajo que le ha apoyado siempre en silencio. Pero esta vez, me temo nuevamente, ha metido la pata hasta el fondo. Y peor, le está restando importancia cuando él se ha dedicado estos años a señalar públicamente. Decepcionante.
Volveré a estar delante del televisor cuando se emita el próximo Cuarto Milenio, pero esto se veía venir. Personalmente, no me sorprende. Qué pena.
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