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Romántico, pero un error

Hace un tiempo me di cuenta. Me equivoqué de sector, no de profesión. Pese a que llevo dedicándome muchos años al social media como base económica de mi vida, es cierto que he participado en multitud de proyectos escribiendo sobre la actualidad del mundo del fútbol a lo largo de la última década.


Me apasiona la comunicación en todas sus vertientes y son la escritura y las redes sociales dos grandes formatos a través de los cuáles opinar, analizar, profundizar y crear. Es mi base. Es mi motivación desde que tengo uso de razón. Dedicarse al mundo de la información y la comunicación, creo, es algo innato, y eso es algo maravilloso que no cambiaría por nada del mundo.


Por ello, no me equivoqué de profesión. No. Me niego a afirmarlo porque me parece una profesión preciosa, muy bonita, especial, digna de ser apoyada y respetada. Lo que sí tengo claro es que la profesión pertenece a un sector que vive horas bajas, muy preocupantes.


El sector de la información sufre una enfermedad que todavía nadie ha mandado al hospital. El sector es un enfermo cuyo entorno, lejos de aconsejarle que mejore, siguen apoyándole para que siga igual. Y seguir igual supone ir a peor.


Tengo experiencia en medios de comunicación desde el año 2010. Radio, prensa escrita, prensa digital y televisión. Y he visto una decadencia muy preocupante que actualmente, desde hace unos años, ha convertido al sector en un escenario prostituido, desvirtuado, corrupto, con una libertad de expresión que va a la baja y con una base de contenidos que, lejos de ser ética, es bastante deprimente.


Pese a ello, seguiría dedicándome al sector siempre y cuando pueda, siempre y cuando tenga la oportunidad porque la pasión innata sobresale por encima del resto, por encima de todo. Tengo clarísimo que me equivoqué de sector, porque vive un preocupante estado de salud, pero no de profesión, porque es maravillosa.


Esta fue una conclusión a la que llegué hace meses, durante unos días de desconexión mi safe place gallego. De hecho, hice una ilustración a mano con la frase "Me equivoqué de sector, no de profesión". Y lo hice, lo expongo en estas líneas, porque es una forma de automotivarme, de autoconvencerme de que es un trabajo romántico, muy bonito y que hace sentir muy bien. Pero, en la gran mayoría de casos, hay que pasar y aguantar ciertos filtros que no siempre son agradables, éticos ni cómodos.

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