Cerca de 10 años impulsando una marca en redes sociales no es fácil ni sencillo. Por trabajo, por esfuerzo, por constancia y por la enorme cantidad de feedback (bueno y malo) que llega a diario. Debo reconocer que desde mucho tiempo me he planteado más de una vez dejar a un lado mi faceta en redes sociales más allá de mi trabajo. Me dedico a ello y es imposible dejar a un lado del todo, por completo, porque evidentemente supondría dejar de lado mis labores. No. Eso no. Pero lo cierto es que cada vez más pienso en ir decreciendo el volumen de presencia en redes.
Desgasta. Mucho. Quizás no os hagáis una idea. Tanto a nivel personal como profesional. Me apasiona, y eso me ha generado más de una situación de agotamiento porque la tendencia ha sido la de no desconectar, la de no encontrar momentos libres, de estar pendiente demasiado de lo que ocurre. Fijaros cómo muchos influencers (cada vez más) hacen pausas, confiesan estar saturados de su exposición, confiesan borrar las apps de sus móviles… Cada vez más, como digo. Y es algo que me estoy planteando.
Me dedico a ello, a las redes sociales. Soy Community manager y content creator desde hace muchos años y mi vida gira en torno a eso (personal y profesional) ahora mismo. Dejar aparcado todo, en su totalidad, supondría poner una pausa a mi vida, en general. Tampoco es algo que descarto. Pero evidentemente no es algo de lo que esté seguro al cien por cien.
¿Bajar el ritmo de publicaciones diarias en mi marca personal? Quizás sea una posible solución. Una necesaria solución.
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