Desde hace unos días asisto desde la distancia a la erupción del volcán en La Palma. Es una mezcla de sensaciones demasiado extravagante incluso para ser analizada en profundidad. Es una catástrofe para la sociedad humanada, pero en términos naturales es algo tan habitual como precioso.
Siento cosas contradictorias, como digo. Por un lado, el poder de atracción de las erupciones. Son bellas (sobre todo de noche), son espectaculares. El poder de lo desconocido en toda su extensión. Por otro lado, me pongo en el lugar de la gente que vive (o vivía allí). Van a perder (si es que no lo han hecho ya) todo lo que tenían hace una semana. Incluso menos. Hace cinco días, si me apuras. La belleza de la naturaleza siendo tan atractiva y fogosa como contundente y catastrófica. Quiero disfrutar de las imágenes, pero sin dejarme llevar demasiado por la gente que decidió un día vivir allí con toda sus ilusiones.
Me ocurre algo más, tercero. Me siento como en un capítulo de Black Mirror. Esto ya de por sí daría para un extensísimo análisis, reflexión, vídeo, episodio de podcast o algún nuevo formato. Insisto. Es una catástrofe, pero a diario entro en ese directo famoso de la televisión canaria en el que, desde casa, a miles de kilómetros, puedo ver esa explosión de la naturaleza en su máxima expresión. Lo veo porque me atrae, por morbo, para ver por dónde va, si ha llegado ya (o no) al mar. Convierto de forma inconsciente ese acontecimiento que ha tenido consecuencias para mucha gente en un contenido, en el consumo de un streaming como si de un capítulo diario de una serie se tratara. Me quedo algo tranquilo (formas absurdas de querer autoconvencerme y quitarme culpabilidad) de que todo está "bajo control" y que las personas están siendo trasladadas con tiempo, y las pérdidas sólo son materiales.
Dicho todo esto, ¿qué salvarías de tu vida ante una catástrofe así? ¿Qué llevarías contigo si, ante una situación de esta magnitud, llaman a tu puerta y te dicen que en cinco minutos debes huir porque existe peligro real?
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