En la última semana ha sido tema de conversación un posible cierre de Twitter.
Para empezar, no. No va a ocurrir. Al menos ahora. ¿De verdad pensáis que Elon Musk ha pagado 44.000 millones de euros para cerrar la plataforma? Seamos personas serias, por favor. Van a ocurrir cambios, seguramente. Desconozco su enfoque, qué ocurrirá, pero sí creo que van a llegar novedades a la red social.
A partir de ahí, tras dejar claro que Twitter no se va a cerrar a corto plazo, quiero comentar ese hipotético escenario en el que la plataforma desapareciera.
Cuando empecé a leer sobre esa posibilidad, debo confesar que empecé a sentir algo parecido a un alivio. Desde hace tiempo (si os habéis pasado a menudo por aquí) siento la necesidad de ir desconectando cada vez más de Twitter y cuando me posicioné en este irreal contexto, sentí que era una buena forma de quitarme un peso de encima.
No porque pudieran cerrarme la cuenta (como pasó en 2016) a mí sólo, sino a todos. Una especie de "castigo" conjunto sería la solución perfecta para olvidarme. Sería raro, porque Twitter lleva en mi vida desde 2009, pero si fuera una imposición así, rotunda, eléctrica, cerrando al 100% la plataforma, creo que mi salud mental se vería aliviada.
Igual que digo esto, también debo decir que Twitter es una herramienta increíble y que me permite evolucionar mucho como profesional. Es indudable, pero a veces el precio que he pagado (en el pasado, hace años, sobre todo) ha creado situaciones demasiado incómodas como para no saborear una retirada a tiempo de esta red social.
Es así. Pero, como digo líneas atrás, es algo que no va a ocurrir. Es totalmente ilógico. Quien piense eso es fruto directo de la fugacidad y poca reflexión que inunda todo. Con poco que se piense, la lógica gana la batalla.
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