Hoy ha sido viernes de sorteo. Viernes de sorteo de Champions, claro. Y, bueno, uno se sienta aquí a escribir unas breves líneas sobre esa prepotencia histórica, innata, que viene de la cuna, de los medios de comunicación madrileños. De la Meseta, que dirían. Esa superioridad ética que nadie les ha otorgado pero que bien ellos han adquirido como propia desde tiempos inmemoriales.
Ya hablan, ya plantean, ya intentan vender la historia del posible reencuentro del Real Madrid con Cristiano Ronaldo en Cuartos de Final. Sí, el reencuentro soñado. ¿Para quién? Sería una buena pregunta. Porque de forma automática, al ver el cruce, muchos periodistas (porque así lo dice su curriculum) empezaron a salivar (incluso me atrevería a decir que excitarse) sobre esa imagen casi voluminosa de Cristiano Ronaldo jugando ante su ex-equipo. Un duelo que eclipsaría a un cruce espectacular. Minutos, muchos, de relleno. ¿Minutos? ¡Horas, quise decir horas! Horas de relleno, horas de contenidos con olor a bilis, a producto de usar y tirar, pero que se vende como churros.
Pero me he decepcionado. Me he decepcionado al darme cuenta que había vivido un sueño, que no era realidad. Tuve un lapsus aquella noche en la que llegué a creer que el Manchester City había ganado 1-2 en el Santiago Bernabéu y que además Sergio Ramos había visto una roja que le haría perderse el duelo de vuelta en Manchester. Una baja importantísima, sin duda. Todavía más viendo el buen nivel del capitán blanco tras el parón. Pero, joder, qué decepcionante. Qué decepción me he llevado al darme cuenta que todo era un sueño, que aquello no ocurrió, que el Manchester City no ganó al Real Madrid y que el reencuentro de Cristiano Ronaldo ante su ex-equipo es ya una realidad…
Eh, espera.
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