La Central de Callao es una de las librerías que más han marcado mi vida desde que vine a vivir a Madrid por primera vez, allá por la recta final de 2015. Pero debo detallar algo antes. Ha cambiado de localización, ya no está en el mismo edificio. Digo esto porque, pese a que me refiera a la misma tienda, no es la misma, no es de la que he podido hablar en algunas ocasiones por aquí. Es decir, pese a que "es lo mismo", no es lo mismo.
Y, como has podido leer en el título, qué decepción. El edificio de la antigua Central de Callao era mágico, tenía muchísima personalidad, tenía cuatro pisos (la planta baja, unos escalones al fondo que te hacían entrar en un pequeño escondite por debajo del nivel de la entrada, primer y segundo piso) y un patio interior súper agradable. Gracias a esas gigantescas dimensiones, la cantidad de ejemplares era inmensa. Incluso tenía un ambiente súper acogedor. Estabas en mitad de Callao (uno de los lugares más transitados y, seguramente, más ruidosos de Madrid) y el silencio y tranquilidad eran la nota predominante.
Sin embargo, hace unos meses, una sorprendente noticia llegó: se trasladaban. Se trasladaban al edificio de enfrente. La rutina no cambiaría mucho. Por temas de contratos, entiendo, se veían obligados a marcharse, y cuando vi que estarían prácticamente en el mismo lugar, la decepción se calmó. Al menos durante un tiempo.
Entendía que (viendo lo habitual en el lugar anterior) y yéndose al edificio de enfrente, la dinámica sería la misma. Pero no, y de ahí la decepción.
La nueva Central de Callao no ocupa todo el edificio. Hace unas semanas, abrieron de nuevo, y la librería ha quedado relegada a una simple planta baja. Afirmaron, tras cerrar temporalmente, que los libros se repartirían entre ese local y el que hay en el Museo Reina Sofia, pero, ahora, me doy cuenta que el local fuerte en Madrid va a estar en el museo, y no en Callao.
Es decepcionante. El antiguo edificio tiene algo especial, casi mágico, y ahora nada será igual. Siento una planta baja, pasa a ser una librería más. Por lo tanto, o deberé organizar escapadas a la otra, o directamente pasaré más a menudo por otras librerías que, hasta ahora, eran secundarias para mí.
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