Un obrero con una hormigonera dándolo todo. Otro, por no sentirse solo, le acompaña con un taladro. Ambos gritan, evidentemente, porque no se escuchan entre ellos. Un perro, quizás por todo lo que está sucediendo, ladra. Ladra mucho. Pasa el primer helicóptero de la mañana. Pronto pasará el mismo, pero en camino inverso. Un bebé llora y a ningún adulto parece importarle demasiado. El vecino de abajo sube todas las persianas de su casa con un ruido que no llama a la calma.
Son las 8:41 de la mañana en el centro de Madrid.
Así, casi todos los días.
No sé cómo llevo viviendo aquí casi tres años.
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