El rincón del que voy a hablarte en las siguientes líneas es especial para mí. No es nada del otro mundo, no es seguramente ni espectacular, pero sus vistas, su estructura visual, es algo que me parece muy especial.
La siguiente vista es la que veo cuando paseo caminando hacia mi sala de cine de cabecera. Me gusta, porque al fondo se ve el imponente hotel RIU (uno de mis edificios favoritos de Madrid) y la visión entre los edificios que conforman la calle me provoca un estímulo fotográfico que se activa automáticamente cuando paso por allí.
Como dice el título, pensé mucho en este rincón. Pensé mucho en esta visión, en este punto de vista, durante el confinamiento. Ante la imposición de no poder salir de casa, muchos de mis rincones favoritos de Madrid, empezaron a rondarme la cabeza. Cafeterías, librerías, plazas y calles. Algo así como una vez que tuve anginas, que no podía casi ni tragar agua, y empezó a apetecerme con el paso de las horas hamburguesas, kebabs, pizzas y cualquier guarrería gastronómica que, evidentemente, no podía comer.
No podía visitarlas y ahí estaba el estímulo. Es por ello que, cada vez que paso por ahí (muchos viernes, por cierto) me sigue maravillando. La imponente estructura del hotel, la perspectiva que crean los edificios llevando la visión hacia allí, el puente invisible que tiene el hotel, arriba, y que siempre tiene gente (sería incapaz de pasar por ahí, a cientos de metros de altura, viendo absolutamente todo bajo mis pies).
Es un rincón en el que he pensado mucho. Antes, porque no podía. Ahora, porque cuando paso me acuerdo de aquellas históricas semanas que tuvimos que pasar en nuestras respectivas viviendas.
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