Escribí en septiembre de 2021 (hace poco más de dos años) sobre algo que vengo a exponer nuevamente ahora, aunque esta vez sea diferente. En aquel post hablaba de cómo había cerrado mi Starbucks de cabecera en València. Aquello fue un pequeño chatón que, ahora, varios años después, habiendo dejado pasar el tiempo, sigo pensando con cierta nostalgia.
No era la cafetería en sí. Fueron los momentos (muchos de ellos en viernes), los proyectos que nacieron y nunca cobraron fuerza, las canciones que escuchaba, la bonita relación que llegué a crear con la gente que trabajaba allí, las vistas de la gente que pasaba y se quedaba mirando...
Vengo a escribir que ha cerrado mi otro Starbucks de cabecera. Esta vez el grande, el que me maravillaba su ambiente, aunque reconozco que siempre fue mi segunda opción, porque personalmente me parecía demasiado grande y sus altos techos no me hacían sentir tan protegido como sí conseguía el otro. Ambos estaban en la calle San Vicente Mártir. Uno, el grande, más cercano a la Plaça de l'Ajuntament. El otro, mi favorito, el pequeño, más cerca de la Plaça de la Reina.
Estoy de vuelta en València tras siete años viviendo en Madrid y, en consecuencia, acudí a ese Starbucks cuyo ambiente 'neoyorquino' me parecía atractivo, cuando vi que estaba cerrado. Y no sólo cerrado. Estaba vacío y sus cristales llamaban a una mudanza o, peor, un cierre definitivo.
Mi primera reacción fue "No fastidies" y me dirigía a otro que ya conozco cuando decidí mirar hacia atrás, buscando que ese cierre fuera algo así como un espejismo, que fuera mentira. Fue ahí cuando encontré un cartel en el otro lado que no había mirado y vi que no habían cerrado, sino que se habían trasladado unos metros adelante en la misma calle. Bueno, para mí ya no es la misma calle. Realmente no lo es, pese a que su entrada esté en una esquina.
He ido y vuelto. He estado dos veces, y reconozco que ya he encontrado mi rincón favorito. No me produce la misma sensación que las dos anteriores cafeterías. Supongo, los recuerdos, la nostalgia y mi momento vital por aquel entonces, creó una imagen romántica que quizás en unos años tenga del actual. Pero tengo claro que, si he vuelto, es porque me ha gustado. Me ha gustado mucho, de hecho.
No sólo me gustan sus dimensiones. No sólo me gusta que mucha de la gente que llega, se va, dejando un ambiente algo más relajado. No sólo me gusta que, pese a no estar en el mismo sitio, sigue en una zona que, personalmente, me encanta. Ojalá vivir ahí algún día. Ahora lo tengo mucho más fácil, sin duda.
Tengo nueva cafetería de confianza, nuevo rincón para leer, nueva esquina para escribir, nuevo lugar en el que soñar. Aunque, reconozco, es cierto, que con el cierre/traslado desaparece otro rincón de mi recuerdo. Ninguno está ya, de hecho. Ahora hay alternativas. Alternativas que quieren ofrecerme detalles, que no están relativamente lejos, que están en una zona de "tenerlo todo a mano" y a los que, no lo negaré, he ido y seguiré yendo.
Pero nada será lo mismo, me temo. O sí, ojo, porque la citada nueva cafetería no sólo me ha hecho volver, sino que ya ha creado un ambiente mental al que quiero seguir yendo. La historia se repite, aunque esta vez con alternativa y solución sin dejarme solo y descolocado.
Comments