Recientemente, escuché en una conversación de podcast una crítica positiva sobre El Triángulo de la Tristeza. Confieso abiertamente, y con mucha seguridad, que tengo cierta intuición con muchas cosas. Entre ellas, el cine, las películas que se estrenan.
Tengo la suerte de poder ir al cine. Digo suerte porque, primero, tengo el interés y gano la batalla a las plataformas (eso no quiere decir que no vea producciones en plataformas), segundo, porque tengo la capacidad temporal y social de poder ir, tercero, porque tengo un día elegido para que sea especial.
Hablando sobre El Triángulo de la Tristeza, hablaban de que era una crítica espléndida de la sociedad, de las altas clases, que era una producción imperdible, que era una cita prácticamente fija, que era una película que hacía reflexionar... Uff. No me gustó. No me gustó en esos parámetros. En teoría, debía salir de la sala, subir aquellas escaleras, llegar hasta esa plaza rodeada de edificios, mirar a mi alrededor y expresar algo así como "¿Pero qué estamos haciendo?".
Ni idea. No recuerdo qué pasó después, pero no pasó eso. La sensación que recuerdo fue algo así como "sin más". No me pareció la maravilla que ya afirmaban algunas críticas, tampoco me pareció una mala película.
No entendí el final, sinceramente. Me produjo incomodidad la escena del burro. Me dio asco, directamente, la escena del barco y las olas en el comedor. No sé. No entiendo por qué tiene tan buenos comentarios. En el cartel, directamente, te dicen "La comedia perfecta para nuestros tiempos."
¿En serio? Primero, ¿es una comedia? Segundo, ¿es perfecta? Siento cierta exageración en todos los comentarios que han nacido sobre esta película. No me parece mala, puede cubrir su cuota de lo que se necesita para tenerte entretenido durante un par de horas, pero poco más.
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