Sobre cómo se vive realmente el fútbol dentro de un equipo. Rutina, aislamiento, psicología...
El fútbol es lo que menos me interesa del fútbol. Al menos, lo que menos me entretiene. Es una sensación que va a más desde hace unos años. Veo partidos, resúmenes, programas de televisión de Inglaterra, pero casi por rutina, como una obligación ética para saber localizar algunas bases.
Sin embargo, ha ido creciendo en mí un interés real por el otro fútbol. Cuando veo partidos, me dan ganas muchas veces de silenciarlo o buscar el canal de sonido ambiente. No veo programas de fútbol que te entretienen, más que informan y aportan. Tampoco escucho la noche deportiva en radio. Alguna vez, algún episodio de podcast suelto si quiero escuchar algo concretamente.
Veo muchos contenidos de los clubes, alejados de cualquier polémica, basura, manipulación o creación de cualquier interés a favor de saber quién. Ese ambiente relajado, pero exigente. Silenciado mediáticamente, pero real y básico para el rendimiento de un equipo. Ahí es donde ocurre el 90% de las cosas, y recibe un impacto y un foco mínimos.
Es ahí, en esos días de frío, en esas instalaciones deportivas espectaculares, de primer nivel, con esas habitaciones, con esas estrellas famosas que se convierten en trabajadores y personas. Es ahí, en esos recintos a las afueras de las poblaciones, con esos atardeceres invernales, con esos entornos muchas veces rurales, rodeados de todo lo bueno y beneficioso para una rutina saludable. Es ahí, en esos lugares de conversaciones privadas, de problemas personales que nunca (o casi nunca) salen a la luz, con esos profesionales que acompañan a los jugadores y que no tienen nombre para la opinión pública.
Esto no me aporta dotes técnicas, ni analíticas, pero tengo claro que me ayudan mucho a entender situaciones que se dan en el terreno de juego y que, de no hacerlo así, no llegaría hasta ellas. Así, es mucho más sencillo.
Así, una derrota no tiene por qué ser un mal resultado. Así, una mala tarde liguera del mes de noviembre, no se hace cenizas, pese a que los (supuestamente) entendidos así lo afirmen. Así, se entiende que el fútbol va mucho más allá de lo que se ve en los partidos, que un mal partido puede ser fruto de un mal descanso, que una mala noche de fútbol de un jugador puede esconder una semana intensa a nivel personal en casa, en términos familiares.
Veo partidos (incluso los disfruto), veo resúmenes, sigo de cerca a fuentes fiables, veo programas de televisión cercanos, veo contenidos nativos de los clubes. Todo ello me ayuda a vivir el fútbol como hace unos años decidí, como hace unas temporadas me propuse.
Esto no es ni mejor ni peor. Es la decisión que tomé hace unos años, cuando me di cuenta que ciertos contenidos, ciertas líneas editoriales o ciertos periodistas me hacían más mal que bien. Es por pura salud mental, que acaba afectando a la física. No es algo que descarte, sin más. Es una decisión, quizás temporal, no se sabe, pero que me aporta otro valor, más sano, más tranquilo, y bastante más real.
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