En 2016 viví uno de los momentos más desagradables que recuerdo.
Era verano, estaba en mi safe place del interior valenciano. Y, de repente, golpe. Golpe duro. Twitter suspendía mi cuenta por haber infringido las reglas de copyright.
Una sanción asumida y respetada, y que tendría luz verde días después. Era una suspensión temporal.
Sin embargo, días después, todo se vino abajo cuando mi cuenta fue atacada por un ejército de bots. Aquellos días los recuerdo triste, desagradablemente, porque, además de la suspensión, recibí feedback de múltiples insultos y comentarios dañinos.
Mi marca personal es algo muy importante para mí porque, además de poder ofrecer mi labor, me sirve como carta de presentación para posibles ofertas de trabajo.
Aquello duro durante varios meses, porque la empresa que habían contratado para tumbarme y quitarme del medio (sé qué equipo de fútbol fue) no paraba de atacarme. Recuperaba la cuenta y ese mismo día recibía de nuevo denuncias de contenidos pasados, y a volver a empezar. La recuperaba, eso sí, porque eran bots, porque eran denuncias falsas. Esa fue mi suerte.
¿Qué hice? Mi marca personal era @mirondo. De hecho, mucha gente me conoce actualmente por eso. Sin embargo, intentando desviar la atención de esos bots (cosa que no funcionó) cambié @mirondo por @mirondo9, la actual.
¿Qué ha pasado? Hace unos días encontré el usuario @mirondo en Twitter. Era mi antigua cuenta. Evidentemente, no era mía ya, porque le cambié el nombre, pero encontrar 'mirondo' fue como darme de bruces con mi pasado.
Sin embargo, no existía. No existía porque esa cuenta estaba suspendida. El nuevo usuario que se había hecho con ella, había compartido cosas ilegales o había sido denunciada. Fue como "¿En serio?" ¿En serio yo no tengo ese nombre y el otro usuario lo despreció así? Recuerdo que cuando anuncié el cambio de nombre aquel verano de 2016, alguien cogió el usuario rápidamente. Me "preocupó" pensando en la posibilidad de que alguien quisiera hacerse pasar por mí, aunque yo por aquel entonces tuviera unos 48.000 seguidores (actualmente, más de 69.000) y la diferencia era abismal con una cuenta que empezaba de cero.
Qué raro, qué chafón y que viaje de emociones. Quisieron cerrar @mirondo conmigo, y ahora está cerrada, suspendida, y sin motivo aparente de poder volver a verla en acción. Ya por curiosidad, más que nada, porque son siete años con @mirondo9 y el resto de perfiles que he ido creando han seguido esa línea, pero algo dentro de mí se tambaleó al ver esa cuenta, de nuevo, suspendida.
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