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Foto del escritorEsteban Gómez

Hazard, no te reconozco

Empiezo a escribir este post sabiendo que no es lo mismo dar vida a las siguientes palabras con un Hazard luciendo el ‘blue’ del Chelsea que el blanco del Real Madrid. Soy consciente de que hace unos meses este texto podría ser considerado un texto reflexivo sobre un futbolista que juega «ahí arriba, en Inglaterra, lejos» y ahora no. Ahora es Eden Hazard, ‘el jugador del Real Madrid’, y los simpatizantes del club madridista verán este texto como un ataque y, por el contrario, desde el otro plano nacional, en Barcelona, verán este texto como un argumento a favor de que las cosas no están saliendo bien en la capital. Lo sé.

Sé todo lo anterior, pero pese a ello he decidido reflexionar sobre el fichaje de Eden Hazard y todo lo que ha ocurrido desde su adiós del Chelsea, de cómo le está yendo en España, y de cómo están saliendo las cosas en el seno más profundo de Stamford Bridge. Digamos que las aguas están más calmadas a orillas del Támesis que en un río imaginario en Concha Espina.

La operación ya fue un éxito para el Chelsea en términos económicos, ya que el jugador quería irse, lo tenía decidido, y su salida iba a producir de alguna manera pérdidas monetarias. Sin embargo, pese a que de haberse producido este próximo verano, y no el pasado, el conjunto inglés sacó una importante cifra de 100 millones. Un jugador que se iba sí o sí, que podría haber salido a coste cero, gratis, dejando 100 millones en las arcas. Una operación económicamente perfecta. Y a nivel deportivo, todo parece estar igual. El Chelsea se mantiene en ese escalón por debajo de un Liverpool y Manchester City que parecen estar a otro nivel, jugando en otra liga, en la que (curioso) parece querer estar invitado el Leicester. Pero en términos deportivos parece que las aspiraciones europeas del Chelsea no corren peligro alguno gracias, entre otras cosas, a jugadores como Mount, Pulisic o Willian, que están cubriendo con creces ese supuesto vacío que dejaba el belga con su marcha. Es decir, no lo notan sobre el césped.

Pero en Madrid las cosas parecen algo más turbias, dubitativas, irregulares. Eden Hazard no está cumpliendo expectativas. Él quería ir, quería ser entrenado por Zidane, quería ser jugador del Real Madrid. Y sus deseos se cumplieron, se confirmaron. Ya es jugador madridista, pero varias lesiones, su estado físico inicial, el esquema de Zizou, la exigencia de jugar en una potencia histórica y mundial, y el precio pagado han creado un aura que en ningún momento parece estar cumpliendo. De hecho, este texto nace de esa idea, de un pensamiento que creció en mi cabeza al verle en una foto luciendo el blanco del Real Madrid. No le reconozco. Por un momento quedé como en shock al ver que no reconocía a ese jugador.

En el Chelsea era un jugón que marcaba la diferencia como muy pocos. Era la estrella. Era buenísimo y él lo sabía, se notaba en cada toque, en cada jugada. Ahora no. Ahora es un jugador irregular, alejado de su mejor nivel, con altibajos, que no está cumpliendo las expectativas creadas en verano. En ocasiones, incluso, se me olvida que ese jugador que nos deleitaba hasta hace no mucho. Sé que es él, pero sobre el campo está irreconocible, lo que me devuelve al punto anterior de que, creo, el Chelsea ha salido ganando en todo este escenario. Un fichaje raro, que tiene un ganador, un vencedor, y un Eden Hazard que no se parece en nada al ídolo que impartía la ley de la magia en la Premier League.

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