Mi amor platónico por Londres comenzó mucho antes de que lo supiera. Cuando lo supe, hace una década, comenzó a latir una relación a distancia que, durante un tiempo, parecía en stand by, y que vuelve a renacer cada vez que tengo un pequeño contacto. Por mínimo que sea, por mínima que sea la señal, todo vuelve a colocarse en el primer plano mental, y casi sentimental.
Hace unos años, no lo recuerdo concretamente ni tampoco dónde lo compré, adquirí un ejemplar de Mi Londres, de Simonetta Agnello Hornby. Un libro que me llamó la atención muy fácilmente. Londres aparecía en su título y ya era suficiente excusa para llevármelo a casa. Sin embargo, no ha sido hasta ahora, a comienzos de 2024, cuando lo he leído. No ha sido hasta ahora, varios años después, hasta que me ha enamorado.
Debo confesar algo. Me apetecía leerlo, pero sin más. Sin más, porque pensaba que tenía un mayor carácter histórico. Pensaba que su autora había vivido hacía muchas décadas en la capital londinense y sus confesiones tenían otro carácter. Pero no, y ahí está la explosión mental que me ha provocado.
Me he encontrado un relato mucho más actual de lo que pensaba. Me he encontrado el relato de la ciudad de mis sueños, de la ciudad platónica que me hace latir. Me he encontrado curiosidades e historias nuevas, y eso es un punto muy sorprendente porque, buscando información y anécdotas, siempre acabas leyendo básicamente lo mismo, o muy parecido.
Recuerdo la tarde del jueves, después de haber ido a mi cafetería de confianza. Salí con una sonrisa en la cara, sin complejos, pensando "Da igual, que me vean". Salí flotando, consciente de que este libro me estaba devolviendo esa ilusión innata que nació allá por 2012 ó 2013, cuando firmé madrugadas de insomnio refugiándome en la historia e imán mediático de esta metrópoli.
Qué lectura tan agradable, tan maravillosa. Sé que el libro me hubiera gustado, pero el factor sorpresa ha explotado todo de forma extraordinaria. Qué felicidad, qué reencuentro, qué maravilla.
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