El titular puede ser dos cosas: demasiado valiente e improvisado. Primero, porque no sé realmente si ocurrirá. Segundo, porque dictar una sentencia tan tajante ya te marca, ya has dejado tu huella y podrá ser revisada para «Vaya, vaya, Joe. Usted se equivocó aquí«. Como no me quita el sueño, he sido valiente e improvisado.
Tengo latente una contradicción en mi interior, de forma interna. Me niego a la corriente del ebook. No me gusta. No me atrapa. No me genera demasiado interés. He probado el formato. He intentado leer libros y revistas en formato digital, en el iPad, pero no he conseguido leer ni dos páginas seguidas enteras. O bien acabo jugando con el zoom, tocando de más, saltando páginas para ver fotos, o directamente ni me acuerdo de entrar a leer. Siempre acabo con la sensación de estar jugando, experimentando con algo novedoso, y nunca con la sensación de haberme enterado de lo que he leído. Hasta aquí, lo tengo claro. Entonces, ¿por qué es contradictorio? Porque tengo también clarísimo que a lo largo y ancho de mi vida publicaré varios libros. Y no, no serán de dibujar y colorear. Tengo claro que lanzaré varias publicaciones de diversas temáticas, y creo que el formato digital facilita mucho las cosas, tanto a nivel editorial, como material, e incluso en el ámbito de accesibilidad. Es entonces cuando creo que no puedo sentenciar el formato digital, pero más por futuro interés propio, que por interés real en la actualidad. Lo dicho. No consumo demasiados contenidos en formato .PDF o Ebook a modo de lectura.
Dicho esto, el papel no morirá. Este post nació de una breve conversación vía mensaje directo en Twitter con un respetado y prestigioso profesor de Periodismo a quien sigo desde hace años y admiro, desde la distancia, pese a no conocerlo personalmente. Y nació porque, además, ayer mantuve una conversación similar, pero con un maravilloso diseñador gráfico que admiro. Sí, soy muy de admirar a las personas por sus facultades profesionales. Aquello que a mí me parece complicado, o que es el fruto de muchos años de esfuerzo y experiencia, activa en mi cabeza la casilla de la admiración. Sí, soy muy de personas y su esfuerzo.
Ambas conversaciones tenían la misma temática, la misma inquietud, la misma pregunta. Contacté a ambas personas buscando e interesándome por el diseño editorial. Ya os he hablado en otras ocasiones que tengo dentro de mí una necesidad de interesarme por este tema desde hace unos meses y, entonces, decidí contactarles porque, según mi criterio, quizás podían ayudarme, o al menos orientarme.
Y fue ahí cuando llegué a la conclusión de que el papel no morirá. Para quien no lo sepa, a modo resumen, el diseño editorial se encarga del aspecto visual y estructural de publicaciones, tales como revistas, prensa, folletos y similares. Es decir, un diseño gráfico relacionado a medios de comunicación. Algo así, para que nos entendamos. Entonces, una de estas dos personas me dijo algo que me maravilló, sobre el papel y el formato físico: «Está volviendo lo vintage, lo antiguo, lo analógico«. Me maravilló, porque me convenció totalmente.
Evidentemente, me encantaría ser editor de mi propia publicación física, y así se lo hice saber, seguramente desde mi ignorancia, pero el latir está ahí y por qué no compartirlo. Pero pronto argumenté, añadí, que me parecía algo complicado por el tema de gastos, por el elevado coste que supone producir y editar algo así. Entonces, llegó la fantástica frase. Es verdad, ¿por qué no el formato físico en materia de medios vuelve a ganar el terreno perdido?
Los medios de comunicación de papel sufren desde hace unos años una crisis total. ¿Sabías que sólo El País, en términos oficiales, supera las 100.000 ventas diarias en España en materia de prensa? Sólo un gran periódico generalista, de tirada nacional, vende más de 100.000 copias. Es una tragedia para un formato romántico, histórico, que se ha visto adelantado por la derecha, casi de la noche a la mañana por un formato digital, un formato web, que sigue creciendo. Es un hecho.
Pero retomo el tema de lo antiguo. Se lleva lo vintage en la ropa, en las modas, en las actitudes sociales. La añoranza está de vuelta. ¿Por qué no el formato físico retomará el terreno perdido? ¿Por qué no, dentro de unos años, la crisis del sector del papel renace de sus cenizas? Puede ser, claro.
Dicho esto. Algún día editaré mi propia publicación. El papel no morirá.
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