El 1 de septiembre de 2023, el Chelsea oficializaba el fichaje de Cole Palmer, procedente del Manchester City y tras un pago de 47 millones de euros. Justo en la frontera del mercado de fichajes veraniego, el conjunto londinense conseguía cerrar la incorporación de una de las jóvenes promesas más sólidas del fútbol inglés los últimos años.
Palmer ha sido uno de los canteranos del Manchester City que mayor progresión ha ofrecido en las últimas temporadas de la mano de Pep Guardiola. Siendo uno de los más fructíferos y fervientes goleadores de la cantera sky blue, ofreció muy buenas sensaciones en sus contadas actuaciones (nunca fue indiscutible) en la primera plantilla.
Sin embargo, partiendo de ese contexto en el que no era un jugador con una regularidad de minutos extraordinaria ni diferencial, su rendimiento nunca fue pobre. En la media goles/minutos con los cityzens de la ciudad de Manchester, dejó cifras interesantes. Sin ser ninguna excelencia, dejó detalles ofensivos para tenerle en cuenta.
En ese escenario saltó la alarma en Stamford Bridge encarando el final del periodo de traspasos estival. Justo teniendo en cuenta un inicio de curso en el que Cole Palmer estaba teniendo protagonismo con el Manchester City (gol en la UEFA Supercup ante el Sevilla, incluido), el Chelsea movió ficha y puso sobre la mesa una importante oferta que desde el Etihad Stadium acabaron aceptando.
El Manchester City dejaba salir a una de sus mayores promesas de los últimos años a cambio de una importante cifra teniendo en cuenta que se trata de un canterano que jamás ha tenido el status de indiscutible. Por su parte, el Chelsea fichaba un joven valor del fútbol inglés que, en dinámica ascendente, parecía pedir a gritos deportivos un paso adelante para que su rendimiento no acabara estancándose.
Su fichaje, en términos futbolísticos, era interesante. Los blues reforzaban su tan cuestionado los últimos años ataque con un jugador que era un proyecto de futuro. Su contrato (por siete temporadas) era el claro ejemplo de que su llegada era una inversión deportiva, y económica. Aterrizaba en la capital londinense un atacante especial, diferente, que aspira a grandes cosas y que ahora, en este escenario de confianza plena, debe demostrar realmente de qué pasta está hecho.
Sin embargo, sus inicios como jugador del Chelsea están lejos de lo esperado:
Por sus apariciones, ya que no ha disputado un sólo partido entero.
Porque de él se esperan goles, y por ahora (tras cinco partidos) sólo suma uno, y llegó de penalti.
Porque realmente no está siendo el gran referente al jugar más escorado en banda, y no tanto de delantero, como acostumbró en la cantera del Manchester City.
Porque su protagonismo está por debajo de las expectativas. Ha asistido en dos ocasiones, pero han sido detalles puntuales, concretos.
Se espera más. Se espera mucho más de Cole Palmer luciendo el blue del Chelsea:
Por sus cualidades deportivas que apuntan alto.
Porque dejó el Manchester City por miedo de quedarse estancado.
Por el precio pagado por él: 47 millones de euros por un jugador de 21 años.
Porque el Chelsea le necesita casi de forma vital.
Hasta entonces, hasta ver si se confirma todo lo que se espera de él, quizás las dudas ganen terreno a la realidad y creen un escenario incómodo a sus defensores y un decorado perfecto para los detractores del propio jugador o, también, los que han criticado al Chelsea por la operación.
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