Desde hace un tiempo he generado un movimiento en redes sociales que refleja el crecimiento que he vivido durante los últimos años. Evidentemente, a más gente, mayor es el escaparate, y sin duda, de repente, te conviertes en un escaparate interesante para según qué marcas. Es así, justo o injusto, pero así se rige la ley de los influencers. Eres bueno, o no tanto (que no malo), según la cantidad de público que tienes detrás. Yo no me quejo mucho, es lo cierto.
Es por ello que he hecho campañas publicitarias con marcas. Algunas remuneradas, otras simplemente a cambio de productos que yo personalmente he pedido. Eso sí. Siempre parto de la misma base. Nunca haría una campaña que realmente no pensara que podría ser interesante para mi público, para mi target. Debo ser sincero conmigo mismo, primero, y con la gente, luego. Y por ello lo digo. He hecho campañas, claro, pero siempre con productos que de verdad me interesan, que de verdad pienso que son interesantes para mostrar a mis seguidores, que son al fin y al cabo quienes me permiten tener este estatus en redes sociales.
Sobre todo he hecho colaboraciones con editoriales de libros. También con otras marcas, pero siempre relacionadas con fútbol. Ese es mi margen. En el caso de libros, suelo barajar dos temáticas principalmente: fútbol y redes sociales. Simplemente, porque son mis pasiones, y si yo comparto todo aquello que me encanta, creo que es ético regir mis contenidos basándome en esos gustos personales que, además, por suerte, he visto que suelen tener gran aceptación.
¿Por qué escribo este post? Tengo una idea de vídeo para el canal de cara a la vuelta tras el parón. Como sabéis, decidí aparcar temporalmente, a modo de desconexión momentánea, los contenidos en YouTube, pero eso no quiere decir que lo haya dejado, que no esté pensando ideas, que no esté trabajando en la sombra. Es por ello que tengo una idea y he pensado que podría ser interesante contactar con una marca para que me facilitara unos medios que necesito para llevarlo a cabo. Evidentemente, ese contenido tendría su mención, tendría su cuña citando a la marca porque gracias a esa marca podría llevar a cabo esa idea tan chula que tengo en mente.
Pongamos el caso de las editoriales. Comparto muchos contenidos sobre libros. Muchos de ellos los recibo gracias a editoriales que acceden a mis propuestas. Pero, ¿hago algo malo? No, para nada. Son libros que de verdad me interesan, por ello lo hago, por ello los pido. Y evidentemente si a mí me interesan de verdad los comparto de corazón. Nunca he hecho una campaña del tipo «Esteban, queremos que hagas esto y esto, de esta forma y diciendo esto». No, creo que nunca lo haría, porque entonces sí estaría faltando a mis valores, entonces sí estaría haciendo publicidad puramente basada en otros intereses que no son el de compartir contenidos de calidad.
Es por ello que he decidido escribirles, plantearles la idea y, a la espera de recibir alguna respuesta, desear con muchas ganas que pueda ser efectivo su feedback. Me encantaría hacerlo porque ellos tienen la herramienta y medios que necesito para satisfacer, así, mis necesidades. Es muy sencillo, y ético. Si gracias a esa marca yo puedo llevar a cabo esa idea, si gracias a esa marca mis suscriptores pueden ver un vídeo muy chulo, me parece súper normal, súper ético, decir que ha sido gracias a ellos. No se trata de nada más allá. Se trata de agradecimiento público. ¿Estoy haciendo publicidad? Probablemente, pero no sería intrusiva, no sería fea, introducida de forma brusca. Esa es la clave.
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