Eden Hazard ha sido uno de los grandes protagonistas de la semana por su lesión en el pasado Levante-Real Madrid. Una lesión que se vio acentuada por la derrota del conjunto madridista en una noche que provocó el cambio de liderato. Una mala noticia para el belga en el peor de los escenarios para los intereses colectivos de su equipo. Y, como ha pasado ya varias veces, comenzó la tormenta mediática contra la figura de Hazard.
Su temporada está lejos de ser perfecta. La irregularidad ha sido total y tanto sus lesiones como su estado de forma se han convertido en tendencia cuando se trataba de hablar y analizar su protagonismo como madridista. Es la realidad. Una realidad casi incontestable. Este Hazard está a años luz del que maravilló en Inglaterra defendiendo el ‘blue’ del Chelsea. En apenas unos meses como futbolista del conjunto blanco ya roza las mismas cifras que en todos sus años en Inglaterra en términos de lesiones.
Una tormenta mediática vuelve a tronar sobre su persona. Esta es la parte desvirtualizada de ser jugador del Real Madrid. Todo se magnifica. Todo tiende a la exageración. Todo alcanza otros niveles. Incluso la mentira gana terreno a la verdad. La era de las fake news, dicen. Y en este caso, es injusto. Los 100 millones de euros que pagaron en el Santiago Bernabéu por verle de blanco hace, además, que todo genere incendios gratuitos.
Hazard es un futbolista exquisito, de enorme nivel, técnicamente brillante, capaz de desequilibrar partidos por sí solo, capaz de regatear un rival tras otro. Es cierto que en el Real Madrid no está firmando una buena temporada, pero seamos serios, seamos justos. Todo ello por lesiones, por falta de regularidad. El futbolista belga es maravilloso. Es un jugón descomunal que ha demostrado sin complejos que lo es. Él quiso aceptar el reto, quiso cumplir (decía) un sueño, quiso dejar el Bridge para ser entrenado por su ídolo, Zinedine Zidane. Pero el guión de su sueño, seguramente, no sería como lo que se ha estado desarrollando.
Lo de Hazard en España es una injusticia. No por los hechos, sino por las formas. Evidentemente, existe una realidad incontestable en la que tiene poca defensa. Su rendimiento, sus cifras, están lejos de ser buenas y su fichaje estratosférico, por ahora, no tiene defensa alguna. Pero de ahí a pensar que no es un jugador válido, que no tiene la calidad suficiente, que su fichaje es un fracaso, que incluso el Real Madrid debería plantearse su venta. ¡Vaya locura!
Cuando conocí que Eden Hazard podía acabar en el Real Madrid, sinceramente, me entristeció un poco. Cada fichaje que suena para el conjunto madridista ya es sometido a mil debates, incluso cuando sólo se trata de un simple rumor. Maximizado cuando todo se concreta y acaba siendo oficial. En este caso, como digo, no quería que fichara por los blancos porque sé que, así, se acabaría con su magia, con su regularidad. Cualquier detalle sería sometido a millones de análisis (muchísimos de ellos absurdos), su figura pasaría de ser un ídolo a una estrella sujeta a todo tipo de críticas. En el Bernabéu ¡han llegado a pitar a Cristiano Ronaldo! ¿Estamos locos? Por ello, cuando supe que Hazard iría al Real Madrid algo dentro de mí se entristeció porque estaba convencido de que toda esa basura mediática dañaría su imagen, echaría por tierra su extraordinaria magia. Todo eso pensando en que las cosas podrían tener un contexto normalizado. Pero, por desgracia para él, ha sido incluso peor, porque su físico, primero, y sus lesiones, segundo, han empeorado un análisis neutro, natural, limpio.
Me pasa siempre. Otro caso que, confieso, jamás me gustaría que ocurriera sería Jurgen Klopp. Se lo cargarían mediáticamente. España, en esta época de las redes, de la exageración, de lo fugaz, donde no se piensa y se vomita lo primero que se piensa, tiene algo que en estos términos es dantesco. Hazard, una víctima más de todo este asqueroso circo que inunda todo.
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