Siempre tuve la sensación de no sentirme cómodo en mi entorno. Sobre todo, a nivel personal. Siempre pensaba en crecer, en quitar barreras, en normalizar todo. Pensaba, eso sí, que una vez el mundo y la vida hicieran ‘clic’ todo sería sencillo, con la vida encaminada. O algo así. Luego me he dado cuenta que no, que casi a diario te toca enfrentarte a retos, situaciones casi incómodas, obligaciones que debes cumplir. Pero, insisto, siempre tuve claro que quería eso. Quería ser mayor. Y ahora que lo soy, que tengo una vida de adulto con sus cosas buenas y malas, creo que no lo cambiaría. Y lo mejor de todo, que tenía razón, que por fin me siento cómodo, con las ideas muy claras, con los objetivos marcados de forma muy transparente. Repetiré miles de veces si hace falta que no cambiaría nada, absolutamente nada, de mi vida.
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