Hace unos días me cruzaba con esta genial viñeta de la artista Julia Suits y me dio que pensar. Me dio que pensar en lo que nos hemos convertido, a lo que hemos llegado. Cuando era pequeño era simple. Llegaba la hora que mis padres decidían que era la hora de dormir (siempre me mosqueaba eso de que para mí era tarde y para ellos pronto), me arropaban, me daban un beso, me deseaban «Buenas noches», y ya. Y ya. Insisto. Ahora… Ahora asisto preocupado a diario a esa realidad sacada de ‘Black Mirror’.
Ahora no se trata de irse a dormir, y ya. Móvil o tablet en mano (sin descartar a esas personas que directamente usan el ordenador portátil en la cama) y a hacer un último repaso de todas las redes sociales porque, claro, llevamos como veinte o veinticinco minutos desconectados y, joder, nos hemos podido perder cosas súper interesantes. Nótese la ironía. Y, entonces, nos despedimos de las redes sociales. Algunos incluso lo hacen directamente, dejando mensajes, twitteando, posteando, realizando un Instagram Stories. Me da pena, miedo, y sobre todo me preocupa.
Pero todo acaba ahí porque, por mucho que piense, por mucho que sienta sensaciones tan grises, nada cambiará. El movimiento ya está instalado y es imparable. Y por mucho que me duela, aunque intento ser menos contrastado, menos acentuado, menos dantesco, estoy en la corriente.
Buenas noches, lectores.
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