El Old Firm es uno de los enfrentamientos más impactantes del mundo del fútbol. Un derbi que va más allá del fútbol. Un derbi que supera las fronteras escocesas y se deja ver por el resto de Gran Bretaña, Reino Unido e islas británicas.
Una rivalidad en la que el fútbol es el escenario y la excusa. Una rivalidad que mucho más allá de los terrenos de juego. Da igual que sea Celtic Park. Da igual que sea Ibroox Park. Fútbol y política. Fútbol y religión. Fútbol y sociedad. Fútbol e Historia. Fútbol en azul. Fútbol en verde y blanco.
El Old Firm es un acontecimiento extraordinario. Da igual que sea en partido liguero en alguna de las diferentes copas del territorio escocés. No es difícil presenciar un mínimo de cuatro-seis duelos cada temporada. Y ahí recae su universalidad y su potencial. Pese a que se repite más que otros grandes derbies del mundo, siempre genera un foco de atención potente.
Es algo más que un derbi. Católicos contra protestantes. El sentimiento de pertenencia al Reino Unido y su contrario. Su mente progresista contra otra más conservadora. Su lucha popular contra otra de intereses más privilegiados.
Sus partidos explotan la exigencia al máximo. Cada balón se pelea como el último, cada duelo individual se batalla como si fuera algo más que fútbol. Y es que realmente lo es. La inmensa cantidad de intereses enfrentados hace que la grada explote con cada acción como si la vida fuera en ello.
La imagen de Jeff J Mitchell es brillante. No sólo refleja lo puramente objetivo (el partido de fútbol), sino lo acompaña con un fondo repleto de miradas que empujan desde la distancia y con un haz de luz que parece enfocar el balón como si de una iluminación de acompañamiento se tratara en la más prestigiosa sala de teatro del mundo.
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