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Foto del escritorEsteban Gómez

Soñando con mi despacho


Pronto espero volver a trasladarme a Madrid nuevamente para iniciar una nueva etapa que va más allá de lo profesional y laboral. Más ligado a lo personal, concretamente. Y entre otras cosas empiezo a ilusionarme y soñar con un viejo deseo que tengo desde que dedico mi vida a mi pasión. Gran parte de mi experiencia profesional ha estado ligada a etapas laborales que me permitían trabajar desde casa, o al menos gran parte del tiempo. Todavía tengo que concretar detalles de la próxima, pero seguramente tendrá altas dosis de este mismo contexto.

Más allá, el seguimiento de fútbol que suelo tener desde hace muchos años me ha hecho estar ligado a un ordenador muy de cerca, y siempre he tenido mil lugares donde dedicarle tiempo. Mesas pequeñas, escritorios no del todo cómodos, con conexiones a internet limitadas, otras excelentes, incluso trabajando desde la propia cama y sin ventanas (maldita aquella primera etapa en Madrid). La próxima, o al menos a la que aspiro, me permitirá (por ello es especial) tener mi rincón fijo y perfecto. Allí, en ese rincón, en esa habitación. Será mi lugar de trabajo, mi despacho, mi oficina. Como queramos llamarlo. Será un lugar compartido con mi pareja, pero en cierta medida preparado con las condiciones y dimensiones perfectas para llevar a cabo de forma óptima y muy cómoda mis tareas, tanto a nivel laboral como de mi propia marca personal.

Mi rincón. Mi rincón en el centro de Madrid para crear, para expandir mi marca personal, para trabajar, para dar forma a ideas, a proyectos, para compartir, para generar productos, para incluso apoyar a mi pareja en sus objetivos. Un lugar de trabajo. Exclusivamente para eso, para nada más. Ya sea para mi trabajo, para seguir fútbol, o ambas cosas a la vez. Pero un lugar de trabajo.

He leído mucha información y consejos sobre trabajar desde casa, y es cierto que tiene muchas ventajas, pero en ciertos aspectos tiene también handicaps. Sí, alguna vez he trabajado en pijama. Pero algo me quedó marcado hace tiempo y era el hecho de diferenciar y separar físicamente (siempre que se pudiera) el espacio de trabajo del resto de la casa. Debo reconocer que me parece muy lógico. Durante años trabajé e hice vida en el mismo espacio, y la sensación de bucle y rutina acabó inundando todo, y supongo que eso acabaría traduciéndose en un rendimiento menor, minimizado.

Este rincón para crear, personalizado, con todo organizado, a mano, es una de mis mayores motivaciones en una nueva etapa que todavía no tiene fecha concreta, pero que confío en que inicie pronto, quizás, seguramente, en próximas semanas.

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