Neymar al Paris Saint Germain es el traspaso del verano, y del año. Una de las grandes incorporaciones de la Historia, sin duda, tanto a nivel deportivo como, sobre todo, económico. El más caro jamás presenciado. Una operación que ha sido sometida a juicio de todo tipo, de todo carácter, puesto que ha generado el orgullo de unos y la enorme decepción de otros.
Una primera toma de contacto con la ciudad de París que ha sido mediática. Totalmente mediática. Un evento convertido en foco mundial donde todos parecían cómodos, donde tanto Neymar como su nuevo jefe, Al-Khelaïfi, respondían a todo sin tapujos, sin esconderse, como conocedores del enorme impacto mundial que ha supuesto esta operación de mercado.
Sin embargo, el discurso emitido por ambas personalidades ha desatado una corriente analítica que no ha dejado precisamente en buen lugar al ya nuevo delantero del Paris Saint Germain. Neymar afirma que no llega al Parque de los Príncipes por dinero, ni para ganar el Balón de Oro, ni para ser el número uno. Habla de un gran proyecto, de una gran plantilla, de una gran ciudad y, sobre todo, de una decisión necesaria para su vida deportiva y personal.
El discurso de Al-Khelaïfi fue más directo. Fichan a un futbolista mediático, conocido casi en cualquier punto del planeta. El mejor del mundo, según su criterio. Rotundo también cuando hablaba del jugador como una marca, y no como lo que es, un futbolista. El multimillonario propietario del PSG trató el fichaje como la unión perfecta de la marca “Paris Saint Germain” y la marca “Neymar”, complementándolo con una frase que a muchos ha impactado: “La inversión ha sido alta, pero va a ser muy rentable”. Dinero, transacciones, el poder monetario que muchos odian de este estado llamado “Fútbol moderno”. El claro ejemplo. Una rueda de prensa repleta de preguntas sobre abogados, dinero, primas, contratos y marketing. De vez en cuando alguno se atrevía a preguntar sobre su futuro futbolístico en la capital parisina.
En Barcelona ha sido criticado por diversas razones. La primera al afirmar que en París va a encontrar a los mejores jugadores del mundo, cuando en las filas del FC Barcelona ha coincidido con futbolistas como Leo Messi, Andrés Iniesta o Luis Suárez. Un discurso que puede quedar muy bien de cara a las prestigiosas galerías parisinas, pero que parece estar lejos de la realidad. Por otro lado al afirmar de forma rotunda que el dinero no ha tenido nada que ver, que el traspaso nace de una necesidad personal, y no económica, cuando se ha tratado del fichaje más caro de la Historia, con un contrato que ha convertido a Neymar en el segundo futbolista mejor pagado del mundo (sólo superado por Carlos Tévez). Es por ello que el discurso del brasileño no ha sentado nada bien en Barcelona, ya que parece no estar muy cerca de la realidad.
Su recibimiento, por todo lo alto. Aledaños del Parque de los Príncipes (donde se produjo el acto) repleto de miles de aficionados que esperaban ver de cerca al que ya es nuevo ídolo del club. El evento emitido a nivel mundial con miles de aficionados pendientes del nuevo 'diez' del conjunto francés. Cientos de medios de comunicación acreditados en una sala de prensa abarrotada. Y evidentemente una repercusión en redes sociales dignas de una megaestrella convertida en protagonista de una megaoperación.
Pero el discurso no convenció. El escaparate más reluciente del planeta que, para muchos, escondían una trastienda gris, extraña, alejada de ese brillo. Neymar, para muchos, no ha sido fiel a su transparencia.