Las próximas semanas estaré fuera de casa, en mi paraíso particular, en mi refugio veraniego. Pero he tenido un percance. Esperaba tener conexión a Internet y me he encontrado la sorpresa apenas horas después de llegar. Ningún drama, ninguna locura, pero sí me ha supuesto tener que realizar ciertos cambios que tenía previstos al contar con una conexión.
Proyectos secretos, listas en libretas, grabaciones, y seguramente ratos en el bar del pueblo, donde sí hay conexión WiFi. Y lo celebro. Un bar con Internet aquí, donde no hace ni 15 años las calles eran de tierra. Pero saldrá adelante cuando sea vital, cuando sea necesario, cuando tenga que echar mano para subir, por ejemplo, un vídeo al canal. Mientras, como digo, muchas cosas que hacer para desconectar a mi manera.
Soy de las personas que desconectan haciendo cosas. Muchas de ellas relacionadas con mi día a día, pero como ya he dicho más de una vez el cambio de entorno, de aires, ayuda mucho a esa sensación de colapso. Algún día me expresaré abiertamente sobre el poder y la importancia de los entornos. Nos perjudican, o benefician, más de lo que pensamos.
Por cierto. Pronto grabaré el vídeo con motivo del primer año en YouTube. Un vídeo muy especial para mí. Seguramente sólo será especial para mí, pero por ello lo haré. Sinceramente, sigo sin saber cómo va a quedar. Tengo la sensación de que tengo claro qué quiero decir (lo tengo apuntado, de hecho), pero acabaré improvisando, porque quiero expresar muchísimas cosas.
Perdido en el paraíso... sin el Internet esperado, pero sin locuras. Hay un pequeño haz de conexión que iré exprimiendo con el paso de los días. Ayudará, sin duda, a que la desconexión sea más efectiva.