Llegan estas alturas de año y mi cabeza empieza a pensar en esas semanas de viaje (que no de desconexión total) en las que cambio de aires, en las que me permito según qué caprichos, en las que existen momentos mágicos, especiales. Todos los años desde que tengo conciencia acabo en el mismo sitio, al menos unos días. Un pequeño pueblo que me enamoró en su día y que me sigue atrapando cuando llega verano, con sus verbenas, con su gente, con sus tardes de terraza, con sus cenas a la fresca con la gente de toda la vida.
Sin embargo, reconozco que no suelo desconectar del todo. Es complicado, al menos para mí. Sí descanso, sí que me lo tomo diferente. Está claro, para ello son "vacaciones", pero ya estoy pensando en la próxima temporada, en los proyectos futuros, en las metas a cumplir, en las compras, incluso, que tendré que hacer. No las desvelaré ahora. Seguramente haga algún contenido al respecto, ya sea post en el blog o en un vídeo del canal. Hay ciertas compras que hago después de cada vacaciones, a modo de "vuelta al cole", que me sirven para mi rutina, para mi día a día, para seguir el mundo del fútbol. Y creo que sería interesante de compartir.
Pero mi mente ya empieza a pensar en esos días que están ya próximos. En mi lugar favorito, dedicando tiempo a actividades necesarias y vitales. Pura vida. Son días en los que las cosas innatas surgen solas, y muchas de ellas tienen que ver con mi labor profesional. Por ejemplo, en esas fechas, cada año, las grandes liga arrancan. Gran parte del año sigo los grandes campeonatos ligueros desde mi residencia habitual, pero el inicio de temporada creo que suele ser especial precisamente por eso, porque lo vivo con otro aire, en modo zen, siguiendo partidos en bares de pueblo. Imaginad la cara del camarero cuando llego un sábado del mes de agosto y le pregunto si puede ponerme el Arsenal-Liverpool (como ocurrió el año pasado). Y me lo ponen. Una tele gigante para mí solo, junto a una máquina de tabaco, junto a una máquina de apuestas (sí, el negocio de la ludopatía ya está instaurado en los pueblos), y con algún que otro abuelete valiente que se anima a unirse con un amigo y conmigo. Alguna vez incluso hemos visto partidos por el ordenador, tirando de Wi-Fi. Haciendo caja, claro, para que el dueño del bar no nos mire mal, pero iniciando la temporada, matando ese gusanillo que luego acompañará meses y meses, hasta que en mayo toca su punto final.
Todo esto ya en la mente, pese a que faltan días, incluso semanas, pero el viaje está próximo y el gusanillo de esos días tan necesarios, que a su vez inician las tareas, siempre se convierten en unas fechas señaladas, necesarias y especiales.
Preparando la próxima temporada.