Cada día es un reto, una prueba, y motiva. Te despiertas y, hasta que te duermes, estarás expuesto a decenas de situaciones, de tentaciones, de inseguridades, para acabar de nuevo volviendo a la cama, 13-14 horas después. Y hay días buenos, hay días malos, otros normales. Unos tendrán color, en HD. Otros serán en señal analógica y en blanco y negro.
Cada vez tengo más claro qué quiero y qué no quiero. Y cuando caigo en eso, cuando me doy cuenta de ello, es una locura de sensaciones que entremezcla motivación e ilusión. Normalmente me ocurre 2-3 veces por semana, cuando encuentro huecos, cuando le dedico tiempo a reflexionar, a ver ciertos contenidos, e insisto. Es una sensación indescriptible. Un símil al encontrar tu lugar en el mundo.
Debería ser algo normal. La gente debemos saber qué queremos conseguir, qué tenemos que hacer para conseguirlo, hacia dónde tenemos que caminar. Pero no siempre ocurre. Contextos alejados, entornos negativos y tóxicos, situaciones personales. Todo influye, todo afecta a las ideas, pero cuando uno se reencuentra, cuando te das cuenta, cuando salta la chispa y te entra vértigo, ese momento es algo cercano a la satisfacción personal.
Ahora toca dar pasos adelante, tomar decisiones, mover hilos y ver hacia donde llevan los sentidos. Cada vez más claro.
